H&M, y la deuda del Estado con la moda local.

POR: More Cardona

“BUENAS NOTICIAS! 

La Cadena de ropa H&M de Suecia. Instará 2 locales comerciales en Ecuador. Quito y Guayaquil…”
Con este tweet del señor Julio José Prado, Ministro de Productividad de Ecuador se dio a conocer la entrada de una cadena internacional al país y marcó el inicio de un furor mediático y político alrededor del tema. La mala noticia es que no se ha mencionado nada sobre la pérdida de un aproximado de USD 150 millones, en el sector de industria textil local durante la pandemia.

Incluso el presidente Guillermo Lasso se unió a los anuncios de la entrada de la firma, desde mediados del año pasado. Y así como nos piden celebrarlo también es necesario y tenemos el derecho, como ciudadanos a revisar el discurso que se está generando. Sobre todo si más allá de la publicidad tenemos dirigentes políticos que la promueven. 

Nos han dicho que la entrada de la cadena al país resulta positiva. Por ejemplo, según la publicación del diario LA HORA en marzo 17, 2022 ¿Por qué la llegada de empresas internacionales es una buena noticia?(click aquí para ver la nota) Según la AITE, entre los beneficios podríamos tener la posibilidad de generar trabajo y producir prendas para la cadena localmente. Noticia no confirmada, pero sí desmentida en Primicias en octubre del 2022 (click aquí para ver la nota) donde, Macu Alfaro; directora general de H&M para México, Colombia y Ecuador; mencionó que por el momento no producen localmente. Los productos se diseñan en Suecia y se elaboran e importan desde Europa y Asia. (En diciembre del 2021 en el diario El País y según los datos de Worker Rights Consortium, una organización independiente que vela por los derechos de los trabajadores en todo el mundo. H&M se encuentra en la lista de marcas con problemáticas al no pagar el salario justo  para cubrir los gastos de vida básicos, como la comida o el alquiler de la vivienda en la India ). (click aquí para ver la nota)

Además, es dudoso que lleguemos a producir para estas cadenas, sobre todo si desde la dolarización resultamos un país mucho más costoso; especialmente si lo comparamos con países como, India, China, Camboya que es donde más se producen estas prendas. Por ejemplo, en el caso de la India el salario mínimo es de un  aproximado de 70-98 dólares mensuales. Es desmotivante sentir que a lo que aspiramos es producir bajo este tipo de sistemas, en lugar de desarrollar el mercado local.  

Desde la misma asociación, AITE también se menciona que la entrada de un negocio formal ayudará a contrarrestar el problema de contrabando de indumentaria que existe en el país. Pero, en realidad es una problemática que la misma AITE ha venido advirtiendo por muchos años y que no ha contado con acciones ni planteamientos institucionales direccionados a soluciones. Realmente espero; aunque no entienda cómo, que la entrada de H&M evite que dejemos de encontrar pacas de ropa usada, que entran ilegalmente al país, tan fácil como entrar a Facebook.(mira cómo dando click aquí).

Se defiende mucho la idea de la competencia. Que la entrada de la marca en cuestión nos hará más competitivos. Realmente me gustaría preguntar al señor Ministro de productividad sobre cuál es su visión de productividad para el país, si cualquier intento de fomentarla localmente se ve opacado por celebrar los logros de marcas internacionales al entrar por puerta grande a un país en el que emprender en el medio textil tiene exigencias que son aplicadas únicamente para los locales.

Nuestra legislación regula tener salarios mínimos, dar derechos a la naturaleza, prohibir el mal uso y contaminación de los recursos naturales… entre otras. ¿Tenemos el mismo nivel de exigencia (que es positivo) a las marcas que ingresan al país?  

Según la publicación del marzo 17, 2022 ¿Por qué la llegada de empresas internacionales es una buena noticia? en el diario la HORA; (click aquí)

“Juan Francisco Román, abogado corporativo, aseveró que sectores políticos y sociales en el país están entrampados en un proteccionismo mentiroso, que en última instancia ha provocado que las grandes empresas en el país sigan siendo siempre las mismas y no se hayan dignado en «cambiar una percha, un color, menos aún bajar un centavo en sus precios… De acuerdo con Román, solo la llegada de empresas extranjeras, con procesos más eficientes y menores costos, podrá hacer que se mueva la hegemonía de mercado.”

Me pregunto qué tan protegidas se sienten las empresas que perdieron sus locales, y la ofensa que significa para todas las inversiones que han hecho en sus locales marcas como Eta Fashion (click aquí), la gestión de De Prati (click aquí) al tener un programa de mujeres confeccionistas, la planta de tratamiento de agua de Pinto (click aquí), el desarrollo de ahorro de agua en Lee Ecuador… La misma Aite ya ha solicitado públicamente que también se haga eco de las inversiones locales. Es sorprendente cómo es tan sencillo asumir que el precio y el sistema de negocio de las cadenas internacionales es el modelo a seguir para el mercado local. ¿En dónde estamos poniendo la vara y qué tipo de productores queremos ser? Si queremos diversificar la oferta de marcas, por qué no desarrollar e invertir en las marcas locales también ¿Han contado cuántas marcas locales hay en los Centros Comerciales? No es viable para marcas locales ese tipo de inversión. Y para las que si lo logran con mucho esfuerzo; deben competir cara a cara frente mercados y precios que funcionan bajo un sistema totalmente ajeno al nuestro.

Si las prendas son más económicas, no es que sean más eficientes, es porque alguien más está pagando ese precio. Es peligroso que desde las cabezas legislativas no se cuestione si es normal que una camiseta que ha viajado por continentes para poder llegar al país tenga el mismo costo de una taza de café; qué peligroso asumir que presionar  a los productores nacionales bajar sus precios al mismo nivel de marcas internacionales que no cumplen las mismas leyes que nosotros nos hará mejores. Claro que la competencia es buena, ahora hay que cuestionarnos si está siendo justa… 

Es paradójico que el interés por hacer que el país sea competitivo se plantee imponiendo una competencia que no juega con las mismas condiciones. Países como Colombia y Chile han demostrado que eso se logra desarrollando el mercado local. Entonces me pregunto, si el objetivo es que seamos competitivos; qué es lo que se hará en relación a la disminución de oferta académica relacionada al medio de la moda (click aquí), la escasez de marcas locales en centros comerciales, investigar y documentar la cultura de indumentaria local como lo hecho México y Colombia; el problema del contrabando, la baja oferta de insumos para los emprendimientos (click aquí) locales de pequeña escala, cómo se protegerá a las empresas medianas…. ¿O será que con la entrada de H&M se solucione todo?

Ha resultado novedoso que de la nada tengamos políticos y medios de comunicación hablando sobre el negocio de la moda. Cuando normalmente es un tema relegado a páginas de segmentos de entretenimiento. (click aquí) El discurso ha estado relacionado a la relevancia de la marca, en lo beneficiosa que será para el mercado local, a celebrar su gestión y sus políticas de sostenibilidad. Sin cuestionar qué tan sostenible es producir cientos de miles de prendas al año. Ni el impacto ambiental que representan las fibras sintéticas, incluso si son recicladas…

Desde que se anunció la entrada de esta cadena, ha sido toda una parafernalia de publicidad que incluye al Presidente de la República motivándolos a consumir. Resulta ofensivo y doloroso que no se dé las mismas oportunidades y visibilidad a los locales ¿Qué pasaría si promueve lo local con el mismo ahínco? Especialmente si además de ser de las industrias más antiguas del país  también es representativa para la  economía nacional, pues representa 5,9% del sector industrial y aporta cerca de un punto porcentual al PIB (0,8%). Pero, además, es un sector con más de 33 encadenamientos productivos; según la AITE. Mientras que según Radio la Calle, a enero del 2020 el sector tenía 40.666 trabajadores, pero en tan solo siete meses, en agosto del mismo año, los empleos formales cayeron a 30.545. Es decir, en ese corto tiempo, un cuarto de los trabajadores textiles se desplazó a la informalidad o al desempleo.

Como ciudadanos y desde el sector de la moda muchas veces se ha resentido la ausencia de cadenas de moda representativas a escala mundial. Sobre todo de aquellas que “democratizaron la moda” al tener precios, en teoría, asequibles. (No son precios democráticos si detrás de ellos hay personas sin salarios justos). Así que la entrada de esta cadena para los ecuatorianos realmente genera grandes expectativas, además de ampliar la oferta de mercado. Y como usuarios se siente bien que podamos tener oportunidades y oferta de compra sin limitaciones. Pero es justo que las marcas locales tengan las mismas oportunidades, apoyo, visibilidad; así cómo es justo exigir ciertas garantías e inversiones que vayan más allá de los intereses políticos y corporativos.

No se trata si la entrada de H&M está mal o bien, lo que molesta es el trato irrespetuoso por parte del Estado hacia los locales. Hace muchos años se ha sentido su ausencia en el medio textil y moda. Y de repente nos venden como algo  positivo competir con modelos de negocio que de fondo no priorizan la calidad de vida de las personas ni la naturaleza, que nos digan que se tratan de buenas noticias cuando  el mercado local ya la viene sufriendo a toda escala. Económicamente, esto sin duda va golpear negocios de mediana y grande industria; pero qué decir del efecto que va tener en nuestra cultura ¿Tenemos una idea del impacto que tiene el promover el tipo de consumismo que generan estos modelos de negocio? ¿Estamos cuestionando el efecto que va tener la sobrepoblación de prendas de vestir en el país? ¿Tenemos un plan de contingencia para los desechos textiles? No muy lejos. En Chile, se encuentra uno de los botaderos textiles más grandes del mundo ¿Estamos preparados? Tenemos muchos frentes por resolver a escala local y nos venden algo que para muchos será un reto adicional, como una buena idea… es irrespetuoso con nosotros.

Y es doloroso cuando de hecho vemos que el plan funciona. Negocios con el objetivo claro de vender ropa barata, con la capacidad de producir decenas de colecciones al año; visibilidad de medios de comunicación, recibimiento y difusión (de rebote) por parte del Estado y algunos ingredientes más; logra cientos de personas haciendo filas por horas en la puerta de su tienda. Y aunque para H&M el plan salga a la perfección; el Estado queda en deuda con la moda local.