Paisajes sobre la academia de la moda en Ecuador

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Hace algunos años en la nota “Miradas sobre la academia de la moda en Ecuador” se abarcaron diferentes temas y perspectivas en cuanto al alcance y representación de la moda como una carrera profesional. Se pudo conocer que para ese entonces existían cuatro Instituciones de Educación Superior que ofertaban programas académicos de licenciatura relacionados con esta rama. Además, se evidenció que muchas de las políticas de los organismos reguladores, como la Senecyt, limitaba la legalización de títulos extranjeros; dificultando el desarrollo de esta industria en la región. 

Dentro de esta nota hubo aportes importantes como el de Marisol Romero, coordinadora de la mención de diseño de modas de la Universidad San Francisco, quien dejó en claro que la industria de la moda está en auge. Sin embargo, hace falta profundizar en los roles académicos de esta carrera, ya que es frecuente que en Ecuador, al diseñador no se lo considere como un profesional como tal, sino como patronistas y costureros, que si bien son profesiones, limitan el campo de acción del diseñador. A partir de esta perspectiva, hemos decidido conversar con estudiantes, docentes y profesionales de la rama de distintas partes del país. Y saber cómo está evolucionando esta carrera profesional en Ecuador. 

El gusto por el arte, la pasión por el dibujo y los negocios dentro de la industria, son algunas de las razones más comunes por las que los estudiantes de moda decidieron ingresar a sus carreras. Pese a las altas expectativas, los sueños en mente y las ganas de convertirse en reconocidos profesionales del diseño; muchos estudiantes se han encontrado con desafíos imprevistos dentro de su caminar académico. Belén Neumeister y Dómenic Ortiz, estudiantes de moda, coinciden en que el mercado ecuatoriano no valora el trabajo del diseñador. Que existen muy pocas plataformas que apoyen esta industria, y que la moda en Ecuador se ha convertido en un mercado saturado, en donde prima el precio por encima de la creatividad o el diseño. 

Desde el punto de vista de los estudiantes, la industria moda en Ecuador ha tomado gran impulso en los últimos años, han visto nacer y desarrollarse muchas marcas y diseñadores. Los estudiantes siguen positivos a la idea de poder ejercer su profesión en distintos campos. La formación diversificada, a nivel académica, permite que las ramas de especialización sean muy amplias, y los estudiantes no solo piensen que el diseño de modas es confeccionar ropa; las posibilidades son diversas, desde diseñar colecciones comerciales de ropa, pasar por el styling y producción editorial, hasta el diseño de accesorios y calzado, y muchas otras aristas que se desprenden de esta carrera.

Si hablamos de la academia de moda en Ecuador, es preciso mencionar que según la Senecyt para el primer semestre 2021, en el país solo dos universidades son las que ofertan licenciaturas específicas en indumentaria y moda. La Universidad Técnica de Ambato con Diseño Textil e Indumentaria y este año la Universidad Católica del Ecuador abrió dos nuevas carreras: Diseño Textil, Cuero e Indumentaria (Ambato) y Diseño Textil e Indumentaria (Ibarra). En este punto es importante aclarar, que si bien algunas universidades han aperturado carreras en esta rama, otras, como la Universidad Tecnológica Equinoccial han dejado de ofertarla. Según Carolina Abril, docente tutor de la UTE, la carrera de Diseño de Modas dejó de promocionarse a los nuevos estudiantes desde el 2018 por decisiones internas de las autoridades.

Marisol Romero, coordinadora de la carrera de Diseño de Modas de la USFQ insiste en que esta carrera abarca tantos campos, que sería ideal una diversificación de la misma. “Necesitamos que exista una carrera profesional en patronaje, en merchandising, marketing de moda, estilismo, etcétera. Dejando de lado la idea de que los diseñadores sean todólogos” menciona Romero. Las universidades e institutos de educación superior buscan que los diseñadores sean profesionales entrenados, creativos, líderes, que hagan de esta industria un referente a nivel internacional.

Giovanna Buchely, rectora del Instituto Superior Tecnológico Dismod ISTD, coincide con Silvia Zeas, coordinadora de la Escuela de Diseño Textil y Moda de la Universidad del Azuay, en que la academia prepara al diseñador de modas para ser un profesional que aporte a su cultura local y nacional. Profesionales listos para emprender con empresas y negocios propios, o formar parte de empresas textileras y de indumentaria. Giovanna menciona que desde el 2015 se vienen haciendo algunas reformas en cuanto a mallas curriculares, y algo importante de mencionar es que temas como la responsabilidad ambiental y sostenibilidad deben ser incluidos de forma obligatoria en sus contenidos. Pese a esto, cada institución de educación superior maneja el tema de formas distintas, abarcándolo muy superficialmente. 

Según datos registrados en la Senecyt, para el año 2017 existían nueve mil profesionales de moda e indumentaria en sus diferentes niveles (técnico-tecnológico, licenciatura e ingeniería). Muchos de estos profesionales salen al campo laboral a formar parte de empresas textileras y manufacturas, mientras que otros emprenden sus propias empresas y marcas. Zeas afirma que el 50% de los graduados en modas de la Universidad del Azuay, cuentan con emprendimientos propios, lo que refleja la existencia de demanda de estos profesionales en el país. Si bien este porcentaje es muy alentador y anima a los futuros diseñadores, es importante saber que la realidad a la que se enfrentan luego de transcurrido su preparación académica, es otra.

Ninoska Merchán, diseñadora ecuatoriana graduada en la Universidad del Azuay, nos comparte “la moda es magia, y hacer magia es lo que quise hacer desde niña”. Ninoska, como la mayoría de diseñadores, tenían como objetivo, desde que eran estudiantes, consolidar su propia marca. En el caso de Ninoska, el reto de construir una marca diferente basada en la innovación textil y la tecnología aplicada a la indumentaria, fue muy desafiante ya que estos temas fueron superficialmente dictados por la universidad en donde estudió. Fernanda Salgado, diseñadora graduada del Instituto Metropolitano de Diseño, es un claro ejemplo que construir una marca desde cero fue muy difícil, un camino lleno de retos que le tomó 15 años. Para la mayoría de graduados, el conocimiento adquirido en las aulas, no es suficiente, muy pocos profesionales son los que se sienten preparados y capacitados como para emprender al poco tiempo de graduarse. 

Los profesionales encuentran que la oferta académica que recibieron en sus instituciones de educación superior, no fueron las mejores. La mayoría de cátedras están enfocadas en hacer indumentaria comercial, destinada para una ocasión de uso definida y un universo de vestuario específico. De esta forma consideran que ha quedado limitada su creatividad e innovación. Así mismo Ninoska y Fernanda, al salir al campo laboral se encontraron con muchas desilusiones, una de ellas es la sobrevaloración de la ropa extranjera, además de toneladas de prendas fast fashion producidas en otros países, se enfrentaron a una realidad de que los ecuatorianos prefieren el precio versus la calidad, diseño o creatividad. 

Podemos hablar que la academia de la moda en Ecuador está en la capacidad de brindar el conocimiento necesario para emprender y diversificar la carrera de moda como ésta lo requiere. Sin embargo, existen problemáticas de fondo que la dejan sin bases. Desde el poco reconocimiento y valoración social hacia el diseñador, hasta la falta de presencia en la agenda de políticas públicas en la agenda gubernamental. 

La academia ha dado grandes pasos en la formación de profesionales íntegros, sin embargo, una mejor retroalimentación con los profesionales del medio, ayudaría a generar mejores planes educativos. Nuevos planes que sirvan de herramienta para que los estudiantes que apenas inician, logren cumplir esos objetivos trazados, esos sueños que los impulsaron a estudiar esta carrera. Nuevos planes que capaciten al estudiante de diseño a emprender, a ser referentes locales e internacionales, a mantener la identidad cultural, y claro, a consolidarse como profesionales éticos y responsables con la sociedad y el medio ambiente.