Moda sustentable en Ecuador, cuando se trata de llevar una buena intención a la práctica.

aretes hechos de tetrapack

Maratalía es una marca de joyas de autor con certificación de Carbono Neutro. Es la única marca con estas características que hemos encontrado en el mundo, y es por lo que sentimos mucha curiosidad sobre ¿Por qué una pequeña marca familiar de Guayaquil tendría este tipo de certificación?

En una entrevista con Verónika Sálomon, una de sus fundadoras junto a su madre Marta Lía Sánchez, encontramos una enriquecedora y motivadora respuesta: “Cuando no tuve los resultados que buscaba y los elementos que necesitaba, supe que debía trabajar en aquello que podía tener el control”, dice Vero.

Esta es una marca que ha nacido y se ha desarrollado con mucho cariño e intuición. Fue Marta Lía quien disfrutaba del diseño y en realidad trabajaba con tejido hasta que descubrió cómo hacerlo en metal. Vero siempre llevaba sus piezas mientras estudiaba en la universidad y luego en su trabajo sintió el interés de muchas de sus amigas y supo que tenía una linda oportunidad en sus manos.

Vero se decidió estudiar un curso diseño de joyas en Barcelona, desde entonces se comprometió con proyectar un impacto positivo que realmente pueda tangibilizar. Al final del día, si se busca un cambio en el mundo se requiere de más acciones y menos discursos…

El inicio de un nuevo proceso y visión se caracteriza por el cuestionamiento y la autocrítica. Desde el cómo percibimos el diseño hasta preguntarse: “¿De dónde vienen las materias primas con las que trabajo? ¿Quién les dio forma? ¿Bajo que circunstancias llegaron a mi?”

En el mundo de la joyería las piedras preciosas, exclusivas, cotizadas; muchas veces, son las que guardan historias oscuras, crueles e inhumanas. De esas industrias en las que el sufrimiento de muchos ha alimentado la riqueza de pocos.

“Mientras más me interesaba por saber la procedencia de mis materiales -dice Vero- más me frustraba. No conocía a nadie que pueda garantizarme un proceso y trato justo de lo que yo necesitaba para realizar nuestro trabajo”. Incuso materiales con certificación como el oro de Fairmined, tenían muchas complicaciones para poderlas ingresar al país. Entonces, el siguiente paso fue re-pensar y re-definir el modo en el que estaba ejecutando todos sus procesos.

En ese transcurso encontró que el diseño era clave, y descubrió en el desecho la posibilidad de materias primas. Un recurso que, dándole la misma atención al detalle, calidad de trabajo y cuidado a los procesos tenía toda la posibilidad de generar un nuevo valor a aquellas cosas comunes que muchos no regresan a ver. Esto hizo que el valor económico de sus joyas sea apreciado no solo por piedras preciosas, sino que también por darles una nueva visión y atención minuciosa en todo el proceso. Ella nunca tuvo que cambiar el valor de sus joyas al público por usar materias alternas a las convencionales; el nuevo lujo está en las cosas hechas con tiempo.

Dentro de los materiales que usa están los desechos electrónicos; celulares y computadoras son los más comunes. “He tenido clientes que vienen con sus computadoras dañadas para que les haga una joya a partir de ellas. Eso, incluso, ha generado vínculos más cercanos con las joyas”. En piedras trabaja con aquellas más comunes como el cuarzo y otras alternativas como el Sea Glass, que son desechos de vidrio encontrados en el Oceano y que han adquirido forma de piedras. En el mar también ha encontrado insumos como redes de pesca rotas y abandonadas que ha logrado dar forma de joyas. Y por último, trabajar con metales de segunda vida. Martalia trabaja con oro que es fundido de otras joyas que han sido empeñadas. “La calidad y atributos principales del metal no se pierden y garantizamos que trabajamos con lo que ya existe, en lugar de explotar más”. Esto es conocido también como upcycling en el mundo de la moda.

Y para poder obtener la certificación, como hay cosas que todavía quedan fuera de su alcance, trabajó en un sistema de compensación en el que participa en la conservación de 14 hectáreas de árboles en el Oriente ecuatoriano. “El compromiso es aportar, apoyar y mantener la naturaleza que todavía existe”.

Todo se trata de llevar una buena intención a la práctica.