05 Dic María José Fábrega, arte transformado en joyas; joyas transformadas en arte.
Los aretes han sido uno de los elementos clave del 2018. Su uso ha generado vías de expresión personal a la vez de manifestar una saturación de oferta en el mercado textil.
En la industria de la moda es cada vez más complicado contabilizar las colecciones que se crean en un año. Se trata de una producción prácticamente ilimitada en la que resulta muy sencillo perderse e incluso digerir la cantidad de oferta. Esto, además de causar estragos irreparables medio ambientales ha generado varios cambios en el modo de consumo. Muchas personas, al mismo tiempo que se encuentran en un “despertar” del impacto de los productos que consumen están agotadas de la saturación de oferta. El regreso a lo sencillo, básico, simple o como lo quieran llamar es una luz al final del túnel.
Una camiseta blanca, un jean, un pantalón negro… son el día a día de muchos. El regreso a los básicos se eleva como una de las mejores alternativas de consumos que muchos adoptan, incluso, sin darse cuenta.
Pero cada claro, tiene su obscuro. Esta ola de sencillez se contrasta con elementos que brindan infinitas posibilidades de personalizar una imagen. Entre ellos uno de los más fuertes han sido los aretes.
Este accesorio ha logrado en el 2018 ha explorado por distintos campos. Desde una esencia extremadamente minimal, pasando por estéticas artsy, hasta aplicaciones de diseño…. En Ecuador, esta tendencia se ha hecho presente en tiendas multinacoinales y sobre todo en propuestas locales. Donde la joyera y artista María José Fábrega es la predilecta de muchos.
Justamente ella engloba varias aristas. “Es algo con lo que nací -dice María José refiriéndose a expresiones artísticas- es como una terapia personal que se terminó manifestando en algo más”. Ella estudio en Rhode Island School of Arts; desde ahí tuvo la oportunidad de explorar en diversas ramas hasta encontrar en la joyería una alquimia de interés y exploración personal.
Desde entonces ha estado presente en galerías de Los Ángeles, Nueva York, México, Ecuador… En cada una de ellas ha encontrado distintas experiencias en las que constantemente busca un camino de encuentro entre la exploración artística y la funcionalidad comercial.
Entre sus obras se puede encontrar contrastes de materiales que van dese semillas, conchas, rocas, vidrios, cobre, plata, pro hasta plástico. Para ella todos los materiales pueden contar diferentes historias y adaptar una infinidad de formas. En su última colección, por ejemplo, se inspiró en las líneas de Nazca. “Me encantó ver como ellas vestían la tierra, quise que también vistan a personas”.
Para María José, las posibilidades de creación son infinitas. Sus cuadros, que ambientan su taller, también forman parte importante de su día a día como artista. Ellos conviven con sus joyas que entre todos forman un refugio de creación, en el que otros encuentran espacio en el que de verdad se pueden conectar con el producto que están adquiriendo.