30 Nov María José Cordovez y la joya de vivir
Por Ana Cristina Alvarado @ana1alvarado en Twitter e Instagram
María José Cordovez es orfebre y diseñadora de joyas. Pero para llegar hasta aquí, a los 18 años tuvo que reaprender a hablar, caminar, usar el lado derecho de su cuerpo, memorizar, entre otras acciones que se dan casi por ‘default’ en gran parte de los adultos. Ahora, con 34 años y 100% recuperada del accidente de tránsito que casi le causa la muerte, dice que su mayor logro son sus joyas.
“En el colegio siempre decía que quería hacer joyería”, cuenta María José en la sala de su departamento adaptada para, en un extremo, exponer sus creaciones a los visitantes y, en el otro, trabajar en una mesa larga junto a la ventana. Su sueño era estudiar joyería en Europa, pero al finalizar sexto curso sufrió un accidente de tránsito.
Empezar de nuevo
María José no se acuerda de nada de ese día. Además, perdió la memoria de casi todo su último año en el colegio y recuerda muy poco de los primeros meses de recuperación.
En el lugar del hecho, los paramédicos la revivieron con electroshock. Fue trasladada al Hospital Metropolitano para someterse a una cirugía cerebral. “Hicimos todo lo posible”, dijeron tras 10 horas los médicos Álex Sevilla y Alfredo Borrero, vicepresidente de Ecuador.
“Los doctores dicen que si sobrevives la noche, sería prácticamente un milagro”, escribió la hermana mayor de María José en una carta. Al día siguiente, el primer milagro pasó. La ahora diseñadora estaba viva y luchando. “Estuve 23 días en coma. Al día 24 se reducen las posibilidades de vivir al 33%. Yo me desperté un día antes”, relata. Después de dos meses en cuidados intensivos y cuidados intermedios, salió del hospital.
María José tenía totalmente paralizado el lado derecho del cuerpo. También había perdido facultades físicas, como hablar o moverse, y facultades neurosicológicas, como memorizar o planificar. De inmediato empezaron las terapias físicas, del lenguaje y neurosicológicas.
Seis meses después, María José volvió al quirófano, pero esta vez, para que le coloquen una placa en el lugar en el que faltaba una parte del hueso del cráneo, que fue removido para liberar presión intracraneal. “(La placa) me ayudó un montón en la recuperación”.
Las terapias duraron años y fueron muy duras. “Como tu mano derecha está muerta, empecemos a utiliza la mano izquierda”, le dijo la primera terapeuta ocupacional. Su familia no se rindió tan fácil. Encontraron a una nueva profesional que entendió que el problema era una contractura severa en el lado derecho del cuerpo de María José. Ahora, usa su mano derecha con normalidad, aunque con un ligerísimo temblor que solo afecta a su caligrafía.
La joyería como terapia
“Una de las primeras cosas que hice fue decir ‘quiero ser joyera’”, dice entre risas. Una vez que ya podía movilizarse, se inscribió en un instituto de joyería. Iba siempre con su hermana como acompañante. “El profesor dijo ‘es ella (la hermana) la que debería hacer’, porque ella podía, yo no”, cuenta. Tras ese comentario, se cambió de instituto y llegó a la Escuela de Joyería Casa de América.
“El profesor, José Zamora (+), me dijo después de años que él sabía que si lograba enseñarme joyería, iba a ser un gran maestro en su vida”, recuerda la creativa. Y el reto fue superado por ambos. El programa de joyería dura un año, pero María José se tomó cuatro. Tuvo que aprender desde a coger las herramientas. “Cada pieza, cada herramienta, cada paso fueron un reto. Mis joyas son el producto de eso”, cuenta con orgullo. Su obstinación por ser joyera, de hecho, fue parte clave de su recuperación.
Su primera exposición fue colectiva, junto a compañeros de Casa de América, en el Cinemark (Quito). En los últimos años de su carrera en el instituto, se inscribió en la carrera de Diseño de joyas de la Universidad de los Hemisferios. Ahí realizó su primera exposición en solitario, llamada Tendencias. Para está época, María José ya elaboraba colecciones y joyas exclusivas bajo su nombre. Se sucedieron más exposiciones, hasta que en el 2013 se dio un giro en su marca MJCM.
Aportar a la vida
En ese año se involucró con el ‘upcycling’ o suprarreciclaje. Estableció una alianza con la empresa ecuatoriana de software Conecta, para darle una nueva vida a las tarjetas madre en desuso. “Desde mi accidente siempre he querido hacer las cosas de diferente manera para aportar a la vida”, dice. Poco a poco ha ido incluyendo a su producción materiales reciclados o de proveedores sostenibles.
Sus joyas están hechas con plata refinada, es decir, recuperada de objetos anteriores a través de un proceso electrolítico; perlas cultivadas, y piezas tecnológicas recicladas. “Es redefinir el lujo, volver a circular materiales en desuso, materiales que contaminan si es que ya no tienen utilidad práctica”. María José aún no ha encontrado proveedores de piedras preciosas o semipreciosas responsables, sin embargo, no ha dejado de usar estos materiales porque le dan luz, color y volumen a los diseños.
Reconoce que no existen productos 100% sostenibles, ya que el mundo todavía está en ese camino. “Se trata de redirigir los consumos, no de no consumir o de hacer desaparecer la joyería porque sí tiene un impacto. Hay una necesidad (estética) que ha existido desde siempre”, explica.
Su esfuerzo por hacer joyería sostenible ha sido reconocido. En 2017, su marca estuvo entre los mejores proyectos de Manejo de Residuos Sólidos del Premio Latinoamérica Verde. En 2019 también entró a la selección, pero en la categoría Consumo responsable. En el 2021 participó en un conversatorio de la Semana de Moda Sustentable Internacional de San Francisco, EE.UU.
El último fin de semana de noviembre estuvo enen Villa de Leyva, una pequeña ciudad con arquitectura colonial a unas cuatro horas al noreste de Bogotá. Allí fue parte del primero de cuatro encuentros de Mola Week. Esta es la semana de la moda sostenible de Latinoamérica, que se realizó del 26 al 28 de noviembre. Presentó, en un desflife, una colección inspirada en los cuatro elementos de la Tierra. Las siguientes pasarelas serán en Punta del Este, Uruguay, en febrero de 2022; Los Ángeles, EE.UU., en junio del 2022, y Milán, Italia, en septiembre del 2022.