CREAR DESDE LOS DETALLES Y LA INTENCIÓN

Foto portada: @xmullerphoto
Texto: @_more_cardona_jativa

Hay algo en las personas que trabajan con procesos minuciosos a través de sus manos. Llevan en ellos una especie de paciencia que se extiende en una sensación de tranquilidad que se percibe a la mínima interacción. 

La calma con la que analizan, con la que buscan comprender las cosas que los apasiona es parte de darse un espacio para aprender, conversar, experimentar. Y luego, con esa misma ecuanimidad, traducir sus ideas a creaciones que pueden tardar largos periodos de tiempo, introspección y observación; hacia sus creaciones y hacia sí mismos en el proceso; logrando crear desde emociones honestas y sensibles.  

foto cortesía Sebastián Burbano Fantastichini

Es lo que sucede con Sebastián Burbano Fantastichini. Al ver una de sus obras, se siente un impulso por tocarlas, entenderlas y apreciar sus detalles, texturas, colores… Y cuando se las tiene en manos se ve y percibe una intención en cada elemento. Se reconoce que cada detalle tiene un motivo que fue sentido, pensado y trabajado para ser colocado.

Sus piezas son reflejo de ese proceso. Hay cientos de aciertos, ensambles minúsculos y extremadamente precisos; sin perder detalles que evidencien que fueron creados por la mano humana.

Fantastichini es el nombre de su firma de joyería. Sin embargo, detrás lleva una historia y trabajo que hace de sus piezas un arte escultórico aplicado a joyería. Algo que se comprende mucho más al conocer su bagaje artístico. 

Desde pequeño recuerda que quiso ser inventor. Tal vez, se relaciona a estar cerca de las creaciones de su madre como diseñadora de modas o su padre como escultor. Sabía que tenía una conexión con usar sus manos para crear.

foto cortesía danielcapello.photo

Pudo experimentar dos años en la Escuela de Legarda. Uno de los espacios con mayor memoria del arte colonial de Quito (Escuela quiteña). Casi todas las iglesias del Centro Histórico le deben a Legarda el trabajo del mayor número de retablos; convirtiéndolos en una galería del arte religioso quiteño que llegó a ser reconocido a escala internacional. Trabajando principalmente en materiales nobles como la madera. 

Fue gracias a la guía de su madre que le mencionó que la “joyería es un arte comercial” cuando decidió aprender del oficio orfebre en la escuela Chelini. Desde entonces es más de una década en la desde el taller de su casa crea piezas únicas que ha llegado a comercializar en Estados Unidos, Australia y varios países de Europa. Sus piezas pueden llevar días, incluso meses de trabajo ensamblando y soldando cada una de ellas; trabajando principalmente en plata y madera. 

Su trabajo es el reflejo de años de cuidado y entendimiento de un oficio, de adentrarse a materiarialidades, perderse en sus procesos, para contar una historia; su historia…

foto cortesía Sebastián Burbano Fantastichini