La cooperatividad entre mujeres se convierten en espacios de sostén y cuidados

La creación como forma de diálogo y encuentro fue una nueva oportunidad que se dió gracias a World Wildlife Fund en la que un equipo de Lifestyle KIKI, y la comunidad de Suku A’i Cofán compartimos oficios, técnicas, relatos y conocimiento. Dando como resultado diseños basados en el entorno natural y sus frutos. 

El equipo de KIKI viajó hasta Dureno, Lago Agrio, Sucumbíos para trabajar con 12 de las 36 mujeres que integran la Asociación de Mujeres Cofánes SUKU de la comunidad A’i Cofán para colaborar en la creación de diseños con semillas y materia prima usual dentro de su oficio.

El trabajo asociativo tiene impacto directo en la vida de las mujeres, los cuidados familiares, la economía local y la preservación ambienta.

“Dureno es como ver la selva virgen y árboles frutales”, dicen las mujeres de la comunidad A’i Cofán cuando les preguntamos qué significa para ellas su territorio. Con trajes de telas brillantes verde, celeste, amarillo y rojo. Adornadas con semillas y plumas de pájaros amazónicos, nos recibieron a las orillas del Río Aguarico. 

En su geografía el Río es un cuerpo de agua que les protege. Con un camino de flores tejidas y el silencio musical de la selva llegamos hasta el lugar, era el día siguiente de una gran y larga fiesta, en honor a la palma de la chonta, en su esencia un día importante de la comunidad en la transferencia de cultura.

Fueron llegando poco a poco al taller y contaban cómo habían vivido las fiestas. Algunas fueron dejando sus zapatillas en la puerta y presentándose al grupo. La asociación  tiene un espacio físico cerca del coliseo y funciona como lugar de encuentro, colaboración y producción. En total 12 mujeres fueron parte de este proceso de creación. 

Un ejercicio de recolección abrió el proceso, una actividad ancestral que las comunidades amazónicas relacionan a la obtención de la materia prima. En este caso la actividad les sirvió para inspirarse.  En una mesa de madera color rosa se colocaron las flores y frutos recolectados por ellas mismas. Esto dio paso al proceso de bocetear de forma libre sus creaciones; nos sorprendió en particular el dibujo de una mujer que representaba las formas orgánicas en cuadrícula. La transferencia al papel de la belleza y geometría de la naturaleza.

Los trajes tradicionales se asemejan a un pájaro amazónico 

La Asociación de Mujeres Cofanes SUKU trabaja en el campo recolectando semillas como lo hacían sus antepasadas, también obtienen fibras y plumas de pájaros. Su oficio a más de recolectar es revisar el estado del bosque y dar alerta si algo anda mal. Son fundamentales en el cuidado de la familia y la vigilancia de su territorio. Su sustento económico es vital. 

Para la elaboración de sus piezas (collares, pulseras, aretes, llaveros, shigras, etc.) emplean la planta de chambira que secan para emplear como hilo. Las semillas de sarandango, charikupa o huairuro, lágrimas de san pedro son utilizadas como adornos coloridos, entre otras plantas autóctonas de la selva amazónica que cultivan en sus chakras y el vivero comunitario.

Las reuniones entre mujeres se convierten en espacios de sostén y cuidados. Cuando se reúnen para crear también lo hacen para cuidar sus hijos y compartir sus historias. Nos contaron que los hombres trabajan en la producción del cacao o el plátano, son profesores o salen a la ciudad. Además de vivir de las artesanías, las mujeres se han organizado para mantener viva una huerta comunitaria que sostiene a varias familias. 

Luego de reconocer las habilidades de cada una, repartirse el trabajo en duplas fue sencillo, el objetivo, crear piezas piloto junto a Lifestyle KIKI. 

La creación de artesanías ha sido una práctica ancestral, es un momento de encuentro entre las diferentes generaciones que se transmiten las técnicas de tejido, los patrones, el proceso de cosecha y secado de las semillas permitiéndose al mismo tiempo experimentar con nuevos diseños que se destacan de las artesanías de otras comunidades

María Queta de 31 años empezó a formar parte de la asociación a los 18 años. Lo que ella destaca de trabajar en comunidad es la capacidad que tienen de resolver los problemas que se les presenta juntas. Alrededor de seis horas les tomó a las 12 mujeres crear los varios prototipos de la colección, entre otras pruebas. En el camino entre risas pudimos conocer un poco más sobre cada una de ellas, y concordamos la importancia de generar trabajos que permitan compartir nuestras fortalezas. María, por ejemplo dice tener contactos de venta a través de amigos y familiares con mercados de Colombia y Estados Unidos. 

Antes de terminar este intercambio de conocimientos, fuimos invitados con mucha cordialidad a compartir el almuerzo. Para cerrar. Las mujeres se reunieron alrededor de sus productos finales, afinaron detalles de producción y acordaron fechas de entrega y anhelos de un nuevo encuentro. 

La colección está por ver la luz.