¿La industria de insumos cannábicos en el Ecuador tiene un camino?

Cuando se habla de buscar alternativas sostenibles de materias primas en la moda el cáñamo es una de las fibras más populares.

Aunque es cierto que sus propiedades hacen que requiera de menos riego y que cuente con menor impacto ambiental que el algodón; la realidad es que si llegase a producirse a la misma escala, puede ser igual de contaminante. Sin olvidar que más allá de los atributos industriales de la planta, Ecuador todavía cuenta con un gran estigma social sobre la misma.

Por ello y al ser una industria que está por dar sus primeros pasos en el Ecuador es crucial comprender cómo está funcionando en estos momentos y cómo podría proyectarse para poder dimensionar el potencial que puede llegar a tener y sobre todo para construirlo de manera sana y justa para todos los que se encuentren en su cadena productiva. 

Esta es una réplica autorizada de una investigación realizada por Paralelo Media que nos ayuda a comprender un poco más del panorama del posible camino a la industrialización canábica en el Ecuador.

Texto Oscar Maldonado Reportería y Producción Marcelo Ayala y Ana Cristina Ramos.

Si hay algo en lo que el Ecuador tiene experiencia es en la exportación de commodities. Tal como ocurrió con el cacao y el banano en el siglo XX, ahora el cáñamo empieza a surgir como el próximo filón a ser explotado para su exportación a mercados mundiales enamorados de sus bondades y propiedades. En un mercado mundial calculado en 4.71 mil millones de dólares en 2019 por Grand View Research y con una proyección de crecimiento a 15 mil millones en siete años, el cáñamo industrial es la nueva apuesta económica del Ecuador.      

El cáñamo —gracias a sus potenciales aplicaciones industriales y medicinales— fue despenalizado el año pasado por la Asamblea Nacional. Ahora esta variedad del cannabis se ha posicionado en algunos sectores industriales del país como el futuro “cash crop” ecuatoriano, un cultivo que podría un día rivalizar con el camarón en importancia, sobre todo en momentos de dura crisis económica. Su poder está en el aprovechamiento de sus resistentes fibras para la fabricación de varios artículos, sus resistencia a ambientes de cultivo hostiles y su potencial como fuente de extracto medicinal, entre otros.

El cáñamo es también la variedad menos polémica del menú cannábico pues su valor como psicodélico es prácticamente nulo, y eso ha hecho que hablar sobre sus usos no genere mayor polémica en el país. Al contrario, este cultivo ha suscitado un inusual acuerdo nacional que llama a plantear cómo desarrollar una industria que beneficie a agrónomos de tradición, inversores locales y extranjeros, consumidores y a cientos de miles de trabajadores que se necesitarán para participar en la cadena de valor en sus diversas etapas. 

El optimismo nacional con el cáñamo es alto. Sin embargo, el camino para su industrialización no sólo es incierto y por momentos apenas bien intencionado; está minado con trampas y lagunas técnicas y legales, así como con deficiencias administrativas, regulatorias y de mercado que colocan a este cultivo como una de las misiones más duras que se hayan emprendido en el país.  

El cáñamo en el Ecuador es aún una promesa de desarrollo económico e industrial alentada en parte por la preocupante situación del país. Es también una promesa de desarrollo inclusivo y de cooperativismo. Y como un producto vegetal novedoso del que se conoce poco en Ecuador, la formación de una industria y la caza de mercados externos para su exportación son dos retos enormes que el país enfrenta en el árduo camino hacia su aprovechamiento. 

Pero los retos no son solo industriales y mercantiles. En el tablero del cáñamo ecuatoriano hay cientos de piezas móviles que de una u otra manera deben funcionar de manera sincronizada. La preparación del talento humano, la evaluación y análisis de los climas y una adaptación cultural son una muestra de la lista de retos que el país aún no está listo para enfrentar. “Hay mucha gente en el medio que aún no se da cuenta lo extremadamente compleja que es esta industria”. José María Pérez es el fundador de Access Innovation, una compañía que se especializa en entender el entorno de la industria. “Tienes trabas financieras, legales, de seguridad, técnicas (…) es una industria de alto riesgo y todavía no hay un poder financiero en Ecuador que pueda ejecutar este tipo de transacciones”. 

¿Qué tipo de industria de cáñamo quiere formar el Ecuador? La respuesta es complicada y no tiene una sola respuesta. En realidad depende de quién responde. “No hay que ser un genio para saber que el cáñamo se va a mercantilizar eventualmente en el Ecuador”, dice Manuel Baselga, socio de la consultora internacional 613 Partners que tiene presencia en Ecuador. La mercantilización del cáñamo —es decir— su tratamiento como un producto agrícola primario para exportación sin mayor valor agregado, es un tipo. Sin embargo, las desventajas de ese acercamiento son conocidas. El procesamiento de la cosecha para transformarla en productos con mayor valor agregado que puedan hallar mercados internacionales donde la fiebre por el cáñamo está comprobada es otra vía conceptual para el desarrollo del cultivo.

¿Quién podrá sembrar y cultivar cáñamo en el Ecuador?, ¿qué figura legal y societaria deberá observarse para ingresar a la industria en los diferentes eslabones de la cadena de valor?, ¿estamos tratando de fomentar otras industrias a su alrededor o el cáñamo será solo un cultivo más para exportación? y ¿qué oportunidades habrá para el desarrollo del cultivo desde formas menos corporativas de organización como asociaciones de campesinos? Estas preguntas y muchas otras son el pan de cada día para miles de personas interesadas en una posible participación.En teoría, muchas serán respondidas en el texto regulatorio que el Ministerio de Agricultura emitirá hoy (descarga el reglamento aquí). En la práctica, es muy probable que la industria nazca invadida por incertidumbres, dudas y ensayos fallidos propios del desarrollo de un nuevo cultivo. 

Pero más allá de documentos regulatorios, los desafíos económicos y de mercado que enfrenta en cáñamo en Ecuador son enormes. “Se está tomando el tema muy a la ligera, todo mundo cree que es más fácil de lo que suena”, dice Luis Hidrobo de 613 Partners. La firma tiene interés en trabajar con clientes para ayudarlos a navegar la regulación y el tratamiento del cultivo. De hecho la fiebre por el cáñamo ha incentivado una fuerte oleada social y cultural en el Ecuador compuesta por analistas económicos, agrónomos, marketeros, estadísticos, abogados, industriales del sector textiles, etc. interesados en descubrir su lugar en el mapa del cáñamo.  

“Hace falta ver la realidad de esta nueva industria y no dejarse llevar por una ilusión de números inflados que suenan hasta cierto punto fantásticos (…) creo que falta poner los pies sobre la tierra y ver cómo funciona el mercado global de cáñamo”. Pérez tiene razón si se analizan, por ejemplo, variables como demanda por segmentos para productos medicinales extraídos de cáñamo. Así como son prácticamente inexistentes estudios de mercado generados internamente, no existen en el Ecuador proyecciones claras basadas en evidencia sobre crecimiento potencial de ventas, puestos de trabajo que se pueden generar o cuánto están dispuestos a gastar los ecuatorianos en productos derivados del cáñamo en el mercado interno, sobre todo en épocas de inestabilidad económica. La sensación es que casi nadie sabe lo que puede pasar. 

Daniel y Fernando Emanuele son dos hermanos formados en ciencias políticas, agricultura y energía. Y desde hace 2 años han estudiado cuidadosamente su entrada en el juego comercial del cáñamo. “Hemos viajado literalmente alrededor del mundo para aprender”, dice Daniel. Ambos coinciden en que tienen ideas sobre cuáles serían los rendimientos pero no claridad total. ¿La extracción es con etanol o con Co2?, ¿habrá proveedores con experiencia de esos insumos?, ¿cómo se regulará la adaptación de semillas certificadas?… “Hay muy poca información local y armar un modelo económico así es muy difícil”, dice Fernando.

El reglamento del Ministerio de Agricultura aclarará algunas cuestiones claves sobre cómo participar en la futura industria. Sin embargo hay divergencias sobre qué asuntos debe topar. “¿Cuánto es el terreno mínimo para cultivar? o ¿cuánto debo invertir por hectárea? son preguntas técnicas que no deben estar en el reglamento”, dice José Dávalos de EcuaCáñamo. Él indica que una normativa debe regular generalidades técnicas pero que se debe dejar al mercado actuar libremente para estructurar la industria. A pesar de su confianza y la de otros, en el Ecuador no se conoce sobre la industrialización del cáñamo. Y según algunas estimaciones el país no verá plantaciones en rendimiento en al menos cinco años. “Nadie siembra para romperla en su primera cosecha”, dice Dávalos. El cáñamo industrial va a tomar tiempo.

El mercado global de cáñamo es relativamente joven y todavía está en etapa de desarrollo. Así, la investigación de mercados para productos procesados o biomasa, o la investigación sobre adaptabilidad de semillas en diferentes suelos, climas y geografías son aspectos de la industria sobre los que ya existen estudios, algunos de ellos rigurosos y otros no tanto. Sin embargo, en el país aún no existen estudios. En realidad el Ecuador se acostumbró a analizar indicadores y variables del extranjero para tratar de aplicar esos datos localmente. 

“Cualquier persona que te hable sobre proyecciones económicas claras está pecando de irresponsable”, dice Xavier Valverde de Praetorium en Guayaquil. La realidad es que nadie tiene estimaciones sobre cuántos trabajos se podrían generar, directa e indirectamente en negocios asociados a su cosecha, extracción, comercialización, etc. Ni la cantidad de dinero que el Estado podrá recaudar en cinco o diez años de actividades relacionadas con el cáñamo. Aún peor, hay bastante desconocimiento desde el sector emprendedor sobre a qué mercados vender y bajo qué condiciones, qué exigen los compradores o cómo funcionan los ciclos de demanda en otros continentes.

Pérez de Access Innovations lo coloca así. “Si yo te pregunto: ¿cuál es la demanda para extracciones medicinales del cáñamo en Ecuador?, nadie puede responder esa pregunta a menos que tenga una simulación de demanda de diferentes segmentos en el mercado para ver si realmente es viable. La gente no está preocupada por esos temas y no saben si esos productos se venderían bien”. Su reflexión lleva a plantear que en el país las expectativas no se ajustan aún a la realidad, a la falta de datos confiables y a la poca preparación técnica.  

Más allá del marco regulatorio, la disponibilidad y acceso a capital para el desarrollo de proyectos o los análisis de mercado y demanda, el Ecuador debe plantearse una pregunta: ¿cómo esculpir esta oportunidad económica desde cero que pueda beneficiar a diversos sectores?. Al momento, las voces que han dirigido las agendas de trabajo en política pública, reglamento y oportunidades de inversión han emanado desde lugares de poder. Poco espacio ha quedado para hablar sobre cáñamo en el contexto de la economía popular y solidaria o investigación en cáñamo desde universidades o centros especializados.

“Desde Cáñamo Industrial Ecuador estamos constituyendo la fundación ecuatoriana de cáñamo para el desarrollo sostenible (…) el objetivo es hacer investigación, desarrollo e innovación en relación con el cáñamo alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”, explica Farith Pino. Agrega que sin investigación y sin datos confiables no habrá cáñamo en el Ecuador. La investigación en cannabis existe en el Ecuador, pero su aplicación comercial está en una etapa temprana de desarrollo. Negocios asociados y servicios para la nueva industria son dos campos que empresarios, comerciantes y emprendedores están observando con intenciones de explotarlos. 

En el caso de Hemp Ecuador, una empresa que empezó con un capital de 80.000 dólares y que ahora ofrece servicios de análisis de materias primas de cannabis y asesora en la elaboración de productos. Por un valor la compañía realiza análisis de flores, aceites y concentrados, así como cromatografía de flores. “Realizamos el proceso y emitimos tras cada análisis un documento con la metodología empleada y los resultados obtenidos”, dice Eduardo Monge. Hemp Ecuador brinda servicios a pequeños y grandes productores en el área cannábica y es un ejemplo de emprendimientos derivados directamente de la oportunidad de lucrar con cáñamo.  Escalar el negocio para atender a las necesidades de futuras grandes plantaciones de cáñamo hace sentido.

Al momento, el modelo de industria que el Ecuador está persiguiendo tiene paralelismos con el modelo extractivista y de venta de materia prima que el país aplica al petróleo, camarón e incluso flores. De hecho, el sector floricultor ecuatoriano es uno de los más interesados en modelos de transición hacia cultivos de cannabis con niveles de THC menores al 1%. Las ganas son obvias, pues el sector tiene capacidades técnicas y logísticas ya instaladas y probadas. “La mayoría de personas que nos buscan son agricultores, caña cultores y florícolas que quieren diversificar o expandir sus negocios”, dice Juan García Langer de Hemp Latino. Por su lado, ingenios azucareros también se ubican teóricamente en una situación favorable para desarrollar cultivos de cáñamo pues este cultivo requiere grandes extensiones de tierra y —en el caso de la costa— no requerirían infraestructura de invernadero. Hidrobo de 613 Partners va más allá: “Tenemos el conocimiento técnico y capacidad para apoyar la transición en Ecuador de cultivos lejanos al cáñamo como la papa”. La carrera para pivotar está prendida.

El deseo de formar una industria del cáñamo en Ecuador es por ahora un llamado a una oportunidad económica, un deseo de amplificación de la tradición agraria de un país que tiene experiencia en producir lo que afuera se codicia. “No soy una persona idealista, pero estoy convencido que el Ecuador va a producir el mejor cáñamo del mundo con sus propias características y generar una marca sectorial país que nos logre distinguir del resto del mundo, tal como pasa con el camarón”, reflexionaba Xavier Valverde recientemente en una conversación desde Guayaquil. 

La tradición ecuatoriana en el agro es una ventaja competitiva. También lo es su geografía y climas. Sin embargo, países como Perú y Colombia, directos competidores del Ecuador en el tema, también gozan de las mismas ventajas. En el país, lucrar con cáñamo será muy costoso. Aún así, la oportunidad está de alguna manera servida pues en naciones del hemisferio norte los costos de producción son mucho más altos de lo que pueden ser en Ecuador por sus contextos geográficos y climáticos. 

Así, las preguntas no dejan de surgir, sobre todo desde pequeños grupos de inversión y ciudadanos interesados en una eventual participación. ¿Cuánto es el espacio mínimo para cultivar?, ¿cuánto invertir por hectárea?, ¿cuál es el fin de mi operación?, ¿quién se encargará de la logística?, ¿cómo ejecuto mi plan de adaptación de semillas importadas?, ¿qué instancias regulatorias vigilarán mis sembradíos?, ¿cuánto durarán las licencias?, ¿cómo se realizarán las auditorías post cosecha?, ¿la dolarización continuará?, ¿cómo evitamos la formación de monopolios en el cultivo, venta y exportación?, ¿cómo me mantengo al tanto de los constantes cambios legislativos y regulatorios?… 

Muchos piensan que la emisión de la regulación solventará muchas dudas. Y así será. Sin embargo, la regulación no aplicará a temas propios de las dinámicas de mercado y demanda, que serán determinados por fuerzas fuera del control público. Al respecto, Hidrobo de 613 Partners mencionaba que han tenido conversaciones con Andrés Luque, subsecretario de producción agrícola del MAGAP, quien le confirmó que “Ecuador tiene un buen plan para el reglamento que no colocará barreras inútiles donde las reglas las pondrá el mercado de manera que cualquiera pueda entrar”. Pero la desconfianza persiste en algunos espacios. “Todavía hay temas ambiguos. Personas que ya están involucradas en esto desde hace mucho tiempo con quienes he conversado dicen que el reglamento todavía tiene muchas fallas y recomiendan esperar por los cambios que tendrá”, decían con desconfianza los Emanuele. 

Este reportaje es parte de la serie «El Cannabis En Ecuador» realizada por Paralelo. Mira la serie completa en este link