El no contacto y el presente

En tiempos de confinamiento, donde nos privan de contacto para resguardar la salud de la comunidad, es vital encontrar nuevas formas de expandirse a partir del límite, descubrir que siempre es posible llegar al infinito de las posibilidades.

Los sentidos del cuerpo nos permiten conocer el mundo. A través del tacto, el sentido mayor, percibimos el entorno desde el útero y nos permite establecer conexiones emocionales desde el nacimiento, además, el tacto moldea nuestras relaciones.

 

 

La necesidad de contacto permite a una persona desarrollar emociones y sentimientos hacia el otro y hacia uno mismo, es una función vital en nuestro proceso, porque al ser tocados, se nos permite experimentar el Ahora haciéndonos saber que estamos presentes. La ausencia de tacto puede generar tristeza o depresión. Sin embargo, ahora es necesario. La cuarentena y las restricciones de “no contacto” son una orden importante para evitar contagios y el colapso en el sistema de salud. Para algunas personas la abstinencia prolongada puede producir efectos colaterales, lo que nos lleva a replantearnos cómo vivir sanamente y descubrir nuevas formas de caricia, y que además nos ubique en el presente, evitando el autoboicot del acecho al pasado o futuro provocadores de ansiedad o estrés.

 

 

Nos ordenan mantener distancia, “limitándonos” a activar otros sentidos como la mirada; aquí nace entonces, el ejercicio de conectar sin tocar ni invadir. ¿Existe alguna forma de tocar sin tocar? Un ejemplo gráfico de que esto es posible, es a través del Theremin. Un instrumento que suena sin ser tocado gracias a la intervención del movimiento en un campo eletromagnético, esto dibuja la realidad del contacto en un campo invisible, impalpable y extraordinario. Si traducimos esta idea al cuerpo en conexión con el mundo, entonces tocar con la piel, se convierte en un acto limítrofe y nuestra posibilidad de contacto se expande a un infinito mundo de sensaciones.
Así como el tacto va dirigido a una persona u objeto en particular, el no tacto, también viaja hacia una persona u objeto, e incluso, puede implicar una mayor inversión de energía que el contacto material como tal.

Mirar, escuchar o sentir con todo el cuerpo, se convierte entonces en una sensación que requiere mayor atención y por supuesto, presencia absoluta, es decir, vivir el Ahora sin distracciones de pensamiento y tiempo. El cuerpo se extiende y la energía se expande atravesando el espacio invisible e intangible.

¿Cómo acariciar con los ojos? ¿Cómo acariciar con palabras, sonidos, o tonos? Si el tacto causa placer, ¿cómo una palabra, una mirada o un aroma, causan placer también? Estas son otras maneras de acariciar más allá del contacto físico y de mantenernos ocupados viviendo en el presente e interiorizando nuevas formas de sentir.

 

 

Es posible sentir nuestro campo magnético simplemente juntando las manos sin llegar a tocarlas, empezamos a sentir calor,  esto es posible sentirlo en distintas partes del cuerpo y se afina a través de la práctica. O darnos un tiempo para mirar con detenimiento una flor, una persona o un animal, recorriendo las curvas, las sombras y las texturas. Son ejercicios simples y sutiles que nos recuerdan otras formas de acarciar sin tocar ysin duda nos harán descubrir nuevos universos mientras habitamos el presente.

 

Bibliografía:

https://www.importancia.org/tacto.php
https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-olfato-tacto-son-sentidos-menos-valorados-espanoles-estudio-20090617172026.html
https://laopinion.com/2018/04/07/por-que-vamos-perdiendo-el-sentido-del-tacto-con-el-paso-de-los-anos-y-que-hacer-para-protegerlo/
http://www.psicologasilviagonzalez.es/emociones-2/
https://ddd.uab.cat/pub/tesis/2011/hdl_10803_96819/tds1de1.pdf
Derrida, Jacques. El tocar, Juean-Luc Nancy. Amorrortu editores, Buenos Aires-Madrid, 2011