22 Jun El constante movimiento y exploración de espacios, Edgar Dávila Soto
Después de la visita de Edgar Dávila Soto a mi departamento, nos prometimos intercambiar fotos y me propuse conocerlo un poco más a mi manera. En su apartamento, conversando sobre él y sus cosas favoritas.
Edgar y yo compartimos el gusto por adentrarnos en el universo de personajes urbanos a través de su espacio. Ambos hemos plasmado ese interés en nuestros blogs. La semana pasada, él me tomó unas lindas fotos para su post, y ahora es mi turno de descubrirlo a él a través de Kiki. En este caso, visitar a Edgar tiene una dosis sensorial. Apenas entras se siente el olor a mate, como música de fondo para introducir su galería personal de fotografías y obras de arte colgadas en la pared.
En ese espacio todo objeto tiene una historia o evoca un recuerdo. Es que tiene una facilidad particular para encantarse por un oficio, por un artista o un proyecto en particular. De hecho, es algo que tenemos en común. Durante nuestra plática, por un momento fue complicado dejar de hablar sobre ideas y posibles proyectos que podríamos hacer juntos, algo que no impidió que recorriéramos juntos los ambientes de su casa.
Una cámara fotográfica antigua sobre la mesa de su sala es razón para empezar a hablar de su abuelo, del cuarto obscuro y de cómo aprendió a revelar fotografías a los 11 años junto a él. “Siempre he tenido una debilidad por lo audiovisual”, admite. Aunque sus primeros estudios estuvieron enfocados al periodismo, esa fue la puerta que le hizo viajar a Argentina, donde trabajó como corresponsal de Teleamazonas y donde inició formalmente su conexión sensible con las formas, las texturas y el color de todo cuanto estaba a su alrededor.
Así se adentró a la fotografías arquitectónica, recorrió la ciudad en búsqueda de rincones con diseño,, de esos que por más pequeños que sean son capaces de definir a una ciudad. “Todo es cuestión de cómo mires y te conectes con el lugar al que vas a fotografiar”. Así, de a poco Edgar ha ido desarrollando su perfil como fotógrafo arquitectónico, en parte una herencia familiar, pues ambos de sus padres son arquitectos.
Al caminar por su departamento se puede encontrar varias fotografías suyas expuestas, además de cuadros de Teo Monsalve, La Suerte, Martina Samaniego, Felipe Escudero y más. Todos con gran valor emocional para él. Cada cuadro tiene su historia por detrás y recuerda muy bien cuándo y cómo llegaron a su pared. Lo mismo sucede con los ponchos recostados en su sillón de la sala y en su cuarto, un recuerdo de su trabajo de investigación de los tejidos cañaris de los que se enamoró tras conocer el espacio de trabajo de un artesano salteño en Buenos Aires.
Con esa experiencia, hace varios años atrás, Edgar no ha vuelto a ser el mismo. Su apreciación por los detalles y la valoración del trabajo manual así como el entendimiento de las tradiciones, desde este punto de vista, han sido cosas que han calado en el como persona que busca armonía en todo en su entorno así como el minuciosidad y pulcritud en sus trabajos.
Todos los rincones de la casa de Edgar tienen vida propia, con colores vibrantes y detalles con miles de historias. Muchas de ellas capturadas a través de su cámara en su constante entrega por adentrarse a nuevas experiencias y siempre tener algo nuevo que contar.
Aquí les dejo algunos de mis rincones favoritos 😉