Un camino claro sin un norte fijo.

Hace poco me preguntaron cómo cree KIKI. Por más que intentaba, no lograba explicar. Como ejercicio personal decidí escribir. En el proceso reconozco que el palpitar de estos diez años están en cada una de las personas que ha formado parte de esta historia. Y aunque siento que no respondo la pregunta del todo, ha sido un proceso conmovedor honrar el camino y algunos de los aprendizajes que comparto con mucha gratitud. 

En el 2013, nació una idea sin un norte fijo, pero con un camino claro. Documentar, difundir y promocionar moda, arte y cultura local. Y eso es lo que he hecho a lo largo de este tiempo. Algo que me ha ayudado a diseñar proyectos con diversas marcas, instituciones públicas, privadas, académicas… y crear, un espacio propio digital y físico que se ha materializado en un plataforma de promoción, gestión y comercialización de creadores locales. Y que me ha hecho descubrir la moda al mismo tiempo que ha desarmado la idea de lo que trabajar en el campo de la moda significa; con la capacidad de crear lo que nos imaginamos, sobre todo si trabajamos con constancia por ello.

Contar cómo nació la idea de KIKI es la realidad que vivimos muchas personas que nos preparamos para ser profesionales de la moda; tenemos ganas de trabajar en el medio que amamos y las ofertas laborales son limitadas… Creo que la verdadera historia está en el sostener. 

No es sencillo tratar de abrirse en un medio tan pequeño y en una industria tan grande. Por ejemplo; actualmente el algoritmo define el contenido que consumimos en base a nuestras características; en el 2013 las revistas de moda y sociales continuaban predominando y llenando las perchas de los supermercados; cosmopolitan, cosas, hola, vanidades… todas con portadas de actrices y modelos internacionales vestidas de algún diseñador que no se encontraba en Ecuador. Sin entrar en muchos detalles de su contenido, también tenía muchas similitudes; particularmente que era lejano vincularse con esos relatos que además ya encontrábamos de manera gratuita en la web. Era necesario contar otras historias, que por alguna razón no eran fáciles de encontrar. 

Comencé por autoeducarme, había estudiado un masterado en moda y comunicación en el que aprendí sobre la moda como un negocio así como de su relevancia cultural. Sin embargo, había muchos vacíos; toda la educación de historia y cultura de moda estaban euro centralizadas. Así supe que buscaba un espacio que cuente historias locales de aquellas personas que están siendo parte de la creatividad local. 

Al contar esas historias detrás ha existido un trabajo que me ha permitido conectar con otros profesionales y experiencias que de alguna manera quiero resumir para celebrar este camino esperando que pueda ser el punto de partida de un sueño mayor; ser un espacio para desarrollar y gestionar proyectos creativos relacionados a moda, arte y cultura. 

La moda es parte de nuestra cultura e identidad y también es uno de los comercios más rentables del mundo. Estos hechos hacen que viva en un constante conflicto. Por una parte encontramos marcas multimillonarias que están presentes en nuestro país, y por otra en nuestra historia los textiles son de las industrias más antiguas, generadoras de empleo y de producto interno bruto. El comercio ha sido el lado brillante de la moneda, y su destello ha invisibilizado el no negocio. Esos espacios en donde se encuentra nuestra historia del pasado y el presente. En donde están las técnicas ancestrales, los documentos históricos, las primeras modistas, los sastres, los diseños de los bordados y tejidos; los referentes locales, las estéticas propias… Es mucho más sencillo aprender de la historia de la moda europea que aprender sobre la nuestra.  Mientras más espacios y estudios se generen alrededor de la moda como cultura, así sean autogestionados, más relevancia tendrá en nuestra identidad y en nuestros creadores. Muchos de los espacios gestionados sin financiamiento han sido de gran retribución en conocimiento. 

¿En Ecuador hay moda por que tiene marcas de moda o porque tiene cultura de moda? Por ejemplo, en los centros comerciales que son los espacios donde se concentran las marcas de moda para muchas personas; abundan las cadenas de moda internacionales versus una dramática minoría de propuestas locales. Para los creadores locales los espacios para comercializar y visibilizar sus propuestas son escasos. Lo más comunes son las ferias, espacios independientes y colaborativos. Y si se tiene la posibilidad de competir en la misma cancha de marcas internacionales seguimos sin igualdad de condiciones.  

Vivimos en la era de la desechabilidad. Una cultura de consumo en la que el templo es el centro comercial, y donde nos han enseñado a consumir sin preocuparnos. Ese slogan “careless” que vemos en tantos productos y servicios ha alimentado un consumo que no se preocupa por el impacto de sus compras, por saber quién lo hizo, cómo fue hecho, buscar otras alternativas…Y aunque no emprendemos para preocupar si somos la resistencia a lo rápido y lo que muchos consideran cómodo. También debemos encontrar la manera de enamorar y educar a nuestra comunidad. Ser ese respiro y deleite por el que vale la pena no ir al centro comercial, buscar un parqueadero, ser más selectivo al momento de escoger y sentirse realizado al adquirir algo espacial.

No es lo mismo una marca que cuenta con acceso a una gran cantidad de materia prima, prácticamente ilimitada, usando recursos naturales limitados sin casi legislación que lo controle. Con la capacidad de producción de decenas de colecciones al año de las que se producen miles de prendas por diseño en países en los que es más barato pagar la hora laboral y que, no por coincidencia, son países conocidos por vulnerar los derechos humanos. Logrando generar una oferta constante, novedosa y con precios de poco valor, entrando en los espacios más comerciales de todas las locaciones que se proponen; con miles de tiendas en cientos de países…. No; no es lo mismo que una marca local con acceso a materias primas limitadas, trabajando con costureras y sastres que producen en sus propios hogares y/o talleres, que produce una cantidad limitada de prendas, con contadas colecciones al año, pagando precios que se rigen bajo nuestra legislación, teniendo como resultado un producto que toma tiempo producirse, que se encuentra en pocos lugares, que en algunos casos es único y que tiene un valor que va más allá de lo económico. 

Sin embargo, al final del día hay que hablar de lo económico. Y es que no es lo mismo tener los precios más bajos de producción del mundo versus pagar precios de producción en dólares y además de eso aumentar el 12% de impuestos (además de los que ya se han pagado en proceso de producción) y de los que la gran mayoría de los emprendedores no siente ningún beneficio. Nuestra competencia en el mercado, no se siente muy justa. Y en medio de eso existen muchas complejidades que incluyen la legislación y cómo es aplicada para los productores y comercializadores locales. Y los que, literalmente, pagan el precio son las marcas y los usuarios locales.

Paradójicamente todas esas cosas que se pueden sentir como limitantes también pueden ser un atributo. Estamos en un momento caracterizado por la colaboración. Hay sastres produciendo con diseñadores de moda, tejedoras artesanas co-creando con gestores culturales, las tiendas de diseño colectivo están presentes en varias ciudades del país; cuando pensamos en realizar campañas tenemos fotógrafos y productores nacionales,  los diseñadores ecuatorianos han estado presentes en medios de comunicación, pasarelas, ferias internacionales…  Y lo mejor de todo es que, aunque sea un nicho, hay gente que da valor a tomar una decisión de compra. Compra menos, y cuando lo hace es especial. Le emociona poder contar la historia de lo que lleva, lo cuida, lo usa, le da un valor en vida. 

La importancia y belleza de nuestras decisiones de compra. Cuando podemos elegir de lo que nos enamoramos y las prendas de las que decidimos tener un verdadero compromiso y cuidado; ahí es cuando la moda adquiere un sentido personal, que va más allá de lo estético. El momento en el que decidí enfocarme en temas de moda responsable, fue un síntoma de algo mayor. Yo ya había creado KIKI cinco años antes de tener una experiencia que me pidió hacer algo en lo que pueda sentir que mi tiempo y esfuerzo puede tener un impacto positivo y de servicio a la comunidad en la vivo. Descubriendo que los valores humanos con los que se crea también son parte del proceso y tienen más peso que las tendencias. 

La cultura de moda también está a medida que la construimos como ciudadanos, usuarios y profesionales. Aunque todos los días tomamos una decisión consciente de lo que vamos a llevar; la mayoría de las personas se sienten distantes del “mundo de la moda”. En Ecuador la moda es uno de los rubros de mayor gasto, solo en canales digitales el promedio de compra es más de 200 dólares; según la Cámara de Innovación y Tecnología Ecuatoriana (Citec), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y la consultora de transformación de negocios Mambo. Actualmente según cifras oficiales de la Asociación de Industriales Textiles de Ecuador (AITE) publicadas en Fashion network el promedio de compra anual de moda es de 1400 millones de dólares. 

Según un estudio de la empresa de datos, analítica y tecnología Equifax Ecuador, publicado en febrero de 2022; en el país circularon 5,7 millones de tarjetas de crédito que eran manejadas por 2,6 millones de personas hasta noviembre de 2021. De las que  250.000 personas tenían más de cinco tarjetas de crédito. Y la moda es uno de los rubros que va en aumento. Lo que hace evidente lo necesario considerar educación de finanzas personales desde tempranas edades. Teniendo en cuenta, que desde muy pequeños tenemos muchos estímulos hacia el consumo. Nadie nos enseña a analizar cómo realizar decisiones de compra conscientes con la economía, las personas y la naturaleza. Para aprender más de la cultura de moda de nuestro país también es necesario regresar a ver nuestra cultura de consumo. 

Los estudios de moda más comunes se han centrado en el perfil del diseñador de modas. Sin embargo la moda es mucho más diversa. Existen estudios sociales, ambientales, de negocios de moda, periodistas, comunicadores, productores, fotógrafos, promotores, brokers… Para muchos profesionales del medio, que no trabajan en diseño o producción, dedicarse a proyectos de moda resulta más un hobbie que una actividad que les permite cubrir sus necesidades básicas. La gran mayoría se dedica a los rubros publicitarios, comunicación o han logrado entrar a una cadena o importadora de moda. 

Para desarrollar una carrera en la moda, la autogestión es crucial. Al menos en mi caso, para poder desarrollar mi proyecto, paralelamente tuve que generar mi oferta de servicios a otras empresas y marcas. Desde campañas publicitarias, asesorías de comunicación, proyectos educativos, fondos de cultura privados y públicos… Es importante reconocer con quién vincularte, desarrollar proyectos y/o ofrecer servicios. Es un medio pequeño y crear tu propio equipo con quien te identifiques y compartas valores; será un lugar seguro para trabajar.

Por eso reconozco y siento un profundo cariño por cada persona que ha sido equipo de KIKI, lo fueron, lo son y siempre seremos un equipo. No solo los quiero sino que también nos admiro porque además de hacer lo que hacemos con mucho amor y profesionalismo siempre hemos llevado la cabeza en alto juntos cuando alguien ha querido abusar de nuestro trabajo o nos ha faltado el respeto como personas y profesionales. 

No es cómodo hablar de estas cosas pero es muy necesario saber lo importante que es buscar referencias de las personas con las que vamos a trabajar. Saber hacer contratos, pedir anticipos, conocer nuestros derechos, así como nuestras responsabilidades como profesionales independientes. Ser independiente, no es ser informal. Incluso entre amigxs es necesario mantener los proyectos y responsabilidades claras. Escoge a tu equipo y clientes por su valor profesional y humano, no por sus redes sociales. 

Hay muchas cosas que vemos en las redes que poco a poco aprendemos a descifrar. Desde los likes y seguidores. Un número publicado en la cuenta de cada persona y que puede llegar a cifras tan extraordinarias que ya ni nos cuestionamos qué tan real puede ser. 

La compra y venta de seguidores y likes ha sido tan grande que ha perdido su valor, credibilidad, rentabilidad y naturalidad. Y los contenidos con más likes no son necesariamente los de más valor; pero ¿Cuál es el contenido de valor? ¿A qué es lo que damos valor? 

Ser crítico con el trabajo no significa limitarse en lo que puede hacer. He investigado y trabajado alrededor de proyectos relacionados a la moda consciente y también he colaborado con fundaciones así como con marcas de moda masiva. El balance que he encontrado está en generar proyectos y contenidos que tengan un impacto en temas sociales y/o ambientales a escala local. Sin vender mi opinión, siendo honesta en la colaboración que estoy realizando y protegiendo los valores del proyecto en el que creo. 

Eso ha construido un camino claro en el que las personas que comparten esos valores y objetivos también comparten los mismos sueños. Así nació CASA KIKI, un espacio que se ha transformado en un hogar de creadores locales. De moda, joyería, cerámica, serigrafía… lo que nos atraviesa a todos es ser creadores junto a los atributos y complejidades que eso tiene y lo difuso que puede parecer cualquier norte en un entorno como el nuestro. Nuestras creaciones cuentan nuestra historia, y lo mucho que nos importa generar espacios que nos unan y den plataforma a esa voz creativa.