04 Nov El jardín de Mushi
Pensé algunas veces el título de esta nota. No quería defraudar al ambiente del departamento ni la belleza de Cristina Baca, Mushi.
Recordé que a penas me senté en su sillón vi una sombra sobre mi cinturón. Regresé a ver y vi una mariquita. No pude evitar pensar en Under The Tuscan Sun –tengo una debilidad por esas películas- cuándo Frances decía llena de felicidad “Ladybugs, Katherine. Lots and lots of ladybugs.” Entonces supe que estaba en un jardín.
Mushi, fue un encuentro de Instagram. Un día di con su proyecto de #100días en el que subía fotografías de las acuarelas que pintaba día tras día. Sus colores naturales, cero estridencias, pero eso sí mucha vida… como un jardín. Tenía que conocerla.
Pero antes de eso hay otras cosas que llevaron a Mushi a esos 100 días. Historias, muchas historias en las que recuerda cómo desde pequeña era muy tímida, el profesor de arte de su colegio cuando le enseñó un cuarto lleno de pinturas, sus padres apoyándola para que continuara con su pasión hasta su viaje a Florencia donde comenzó sus estudios profesionales de arte.
Allí tuvo dos visiones. Por un lado, sus profesores, con sus técnicas e historia que consideraban crucial para la formación de un artista y por otro Mushi, que toda su vida había pintado con sus dedos y que más que historia era el sentimiento. De esas personas que crean belleza por que sus sentimientos y entrega por lo que hacen es igual de bella.
Al poco tiempo regresó a Ecuador, entre varias opciones de que hacer, optó por diseño de interiores, su actual profesión, con la que ha realizado varios proyectos y estoy segura que también influyó en su departamento que desde que entras te sientes en casa. Con cuadros en todos los rincones, incluso los que son pintados por su hija pequeña, libros y Landslide de Fleetwood Mac en el fondo.
Una canción que nos hizo hablar de su padre y de cómo su fallecimiento influyó para que comenzara con su proyecto de #100días y su regreso a la pintura. Además de la motivación de su esposo que logro sacar todas sus obras escondidas en una bodega a paredes de su apartamento y nuevos lienzos en blanco para que no dejara de pintar.
Dos motivaciones, que aunque creo que son muy fuertes en su vida hay algo más que hizo que Mushi vuelva a la pintura. Y eso es ella misma. Ella, no podía estar lejos de algo tan puro. Algo que le ha dado un nuevo sentido a su perseverancia y búsqueda de hacer lo que realmente ama y hacer de sus días un verdadero jardín, rodeado de colores, sonrisas e historias.
Pd: Mushi fue muy lindo conocerte. Me hiciste pensar en muchas cosas, pero sobre todo en poder sonreír por hacer lo que te hace feliz.