06 Oct CEREMONIA ESPIRITUAL, FABIKANTE

Creo que son contadas las veces que se ve a Fabrikante por Quito, tanto que a veces son muy pocas para mi.

Cuando supe que estaría en el Sirka con el pre lanzamiento de su disco Kariño Universo, tenía que ir. No sabía muy bien que esperar, pero estaba segura de que sería algo nuevo y no muy convencional. No éramos muchos, pero si los suficientes como para sentirnos en un ambiente muy acogedor e íntimo. Estábamos en la cuchara de San Marcos sintiendo la neblina calar por el cuerpo y esperando que de alguna manera la cerveza se convierta en un vino hervido.

De repente entre la gente apareció Fabrikante con una máscara, lo primero que sonó fueron las  cuerdas de un charango y un silbato que entonaban algunas de las melodías de Kariño Universo mientras todos lo acompañamos silbando.

Su llegada al escenario fue sencilla, mágica, espiritual y muy envolvente. Tan solo subió unas pocas gradas con su maleta en hombros, de ahí saco algunos instrumentos que utiliza como socarrinos o quenas costeñas. Los tomó y los colocó sobre un pañuelo que a medida que se llenaba tomaba  la forma de un altar.

Este fue sin duda el concierto más performático en el que he estado. Realmente siento que viví y formé parte una gran obra, que me conmovió, me dio escalofríos y me impactó.

Logró que todo el público sea parte activa de sus interpretaciones; sus historias sobre su abuela, su amigo italiano David y sus vecinas que aman el reggaeton; hacían que lo sintiéramos como un amigo más que de paso nos enseñó algunas cosas importantes como es aprender a respirar.

Es cierto que Fabrikante siempre ha explorado el cuerpo como un elemento más de su música, pero esta vez sobre eso se siente una gran presencia de un viaje espiritual, un viaje humano para conocernos nosotros mismos.

Gracias por las fotografías a Alejandro Villavicencio, que me las pasó sin dudar un segundo. Es lindo saber que siempre hay gente lista para difundir las cosas lindas que pasan aquí.