05 Abr Estéreo Picnic y los sonidos electro amazónicos de Mateo Kingman
POR: Edgar Dávila Soto
Es emocionante experimentar el crecimiento de la música en el Ecuador. Confío y me alegra saber que existe un boom en el desarrollo de varias ramas del arte un proceso de muchos años que ya comienza a dar frutos. Me encantaría también decir que vamos progresando, y que generacionalmente las barreras mentales desaparecen para lograr lo que nos proponemos.
Hemos absorbido el trabajo de generaciones anteriores para romper estereotipos preconcebidos que nos limitaban. En mi paso por Bogotá, Colombia, confirmé todas estas teorías y me llené de la energía y esperanza de un futuro de renombre para la música y el arte de nuestro país.
En el aire de Bogotá se respiraba música a las puertas de uno de los Festivales más grandes de Colombia, la octava edición del Estéreo Picnic, con un gran cartel que ofertaba a increíbles músicos de diversos géneros. El tercer día estaba enfocado a la música electrónica. En el line up, entre los artistas latinoamericanos del género figuraba Mateo Kingman, un músico ecuatoriano que ha venido trabajando a lo largo de estos años para poder plantarse sobre grandes escenarios.
Decidí contactarme con él con el fin de documentar su paso por tierras colombianas, como aporte personal, sentía la necesidad de comunicar sus logros. Su agenda, entre ensayos, ruedas de prensa y entrevistas era perfecta para retratar con naturalidad la sinceridad de su trabajo, incluso más allá de la misma música.
La caótica Bogotá me obligaba a moverme con mucho tiempo de anticipación. Era la tarde del 22 de marzo, cuando en las afueras de la revista televisiva CM& me encontré con Cris Beltrán. la encargada de la gira de medios. Mateo ya estaba en el estudio junto al jefe de piso, varios técnicos y la presentadora del programa.
Se sentía tranquilidad en el espacio. Entre risas, Mateo confesaba que nunca antes había hecho una versión acústica cantada a capella. Acompañado por una guitarra de palo, el artista cantó su tema ‘Lluvia’. La entrevista giró en torno a su carrera musical. La presentadora indagó sobre la elección de sus padres en cuanto a su educación primaria, su sencillez además de la mezcla de los sonidos modernos y amazónicos. Habló sobre el encantador entorno natural y los hermosos paisajes de nuestra tierra, su simbolismo y energía.
Luego de esta entrevista, mientras caminábamos y nos dirigíamos a la zona centro de la ciudad, Mateo nos contaba sobre el lanzamiento de su nuevo video ‘Sendero del Monte’, dirigido por Camilo Coba que llenó de simbolismos, colores, plumas y pájaros uno de los singles promocionales de Mateo.
Ya en el piso doce de un gran edificio, donde funciona la radio Laud 90.4FM, estábamos en la última cita del día de Mateo. Aunque cansado, es un artista que no deja de dar el 100%. En las redes sociales de la radio presentaban su álbum `Sendero del Monte’ y anunciaban su presentación en el Festival; al terminar su entrevista, aproveché para disparar algunas fotos desde la terraza y guardarlo como recuerdo junto a las luces de bella Bogotá.
Al día siguiente, el encuentro era en Árbol Naranja, una plataforma cultural que cuenta con un equipo dedicado al desarrollo de proyectos de arte, cultura y entretenimiento. Gran parte de las bandas como The Strokes o Flume que se presentaban en el #FEP2017, ensayaban ahí antes del gran día. Mateo junto a su banda Alejandro de Mendoza, Pablo Berwanger, Sebastián Schmiedl. Su mananger Álvaro Almeida y su equipo técnico Juan Diego Castro de stage mananger, Juan Pablo Rivas encargado de Public Adress System, Martin Calderon a cargo de los visales y Andrés Andrade en monitores, se habían citado para afinar rigurosamente los detalles antes del show. El misticismo de los sonidos ancestrales llenaba la sala, habían llevado la magia de la selva hasta tierras colombianas… Los sonidos orgánicos se mezclaban con risas, recuerdos y mucho trabajo. Veía en sus caras emoción y adrenalina, pero también se les hacía imposible disimular la exigencia de un escenario como el Estéreo Picnic.
Antes de salir de la sala amontonada con músicos y equipo, golpeaba la puerta Pedro Canale, de Chancha Vía Circuito. Parecía que iban a tramar una suerte de conspiración musical totalmente alineada y consecuente con su música. Era momento de partir.
La música y el arte urbano van de la mano
Si hay algo que me enamora de Bogotá es la intervención de arte en la ciudad. Antes de ir hasta el festival, decidí caminar por uno de los barrios más comerciales. Ahí encontré un gran muro de de la celebración del aniversario numero 30 de AIR MAX, junto a un gran arte de A Tres Manos Studio. La unión de tres grandes artistas: Ceroker, Mugrediamante y Deimostype daba como resultado esta mágica explosión de formas y colores. Igual de lindo es su estudio. Estoy seguro que al momento de juntar su arte potenciaron su espacio y su vida.
En el festival
Ya en el festival, mientras en el escenario principal explotaba la marimba junto a voz de Totó la Momposina, los fans de Mateo Kingman se iban reuniendo en las primeras filas, una máscara de Diablo Huma sobresalía entre la multitud y el silencio, que parece imposible en estos lugares, se hizo sentir. Parecía que el bosque había llegado hasta la llanura de Bogotá.
‘Agua Santa’ fue la canción con la Mateo abrió su repertorio de 40 minutos. La emoción se intensificaba acorde al desarrollo del show, un hermoso Cotopaxi lucía ante los ojos de los melómanos espectadores que se movían y saltaban con los sonidos y voz de Mateo Kingman. Cuando llegó ‘Mi pana’ fue otro tema con el que público estalló. Los segundos corrieron sumamente rápido y con un lúcido show el artista abrió el telón de varios bandas latinoamericanas que brillaron con sus sonidos orgánicos y minuciosamente ensamblados. Se entendieron y hablaron el mismo idioma. De aquí en adelante nos queda respirar, sacar todo e inspirarnos con su fuerza de pantera…