14 Sep La belleza, todo lo que quisiéramos que sea.
Dentro de los tantos aprendizajes que me ha dejado el explorar junto a varias personas que viven la belleza desde diversos lugares, espacios y creencias; he encontrado que es el placer el que está muy presente cuando disfrutamos de algo que podemos considerar bello.
Algo que nos hace sentir a gusto. Que nos emociona y nos conmueve, pero que aun así, no tenemos claro qué es lo que significa para muchos de nosotros. Entonces nos preguntamos ¿Qué es la belleza? Y ¿Cómo abordarla desde una plataforma de moda que, al final del día, ha adquirido discursos, verbales y visuales en función a referencias globalizadas y dominantes?
Casi siempre es más sencillo recurrir a la historia, a los aprendizajes y rutas previas que nos han dejado. Desde Aristóteles, la apreciación del orden y simetría; Kant con los placeres universales y el Renacimiento con el número divino…
Sin embargo, la belleza es uno de los conceptos más personales que pueden existir. “Lo que es bello para mi, no es bello para ti” dice Ricardo Ordoñez, historiador ecuatoriano; y además habla de otros factores que la condicionan. Como la edad, el estrato económico, la geografía; lo que la sociedad ha construído cómo idea de lo que es bello.
Como historiador, explica que a escala geográfica en Ecuador la belleza ha estado representada por cánones europeos, el poder, las jerarquías. Llevando lo bello, más allá de la imagen y la estética, al dominio económico y cultural. Haciendo de lo criollo, indio y mestizo un contraste que además de alejarse de lo “bello”, también desprecia y limita la posibilidad de crear algo bello… como el arte.
El arte también es de esas bellezas que circulan en ciertos espacios y códigos. Para Romina Muñoz, directora del Museo Nacional del Ecuador, aquí hablamos de un régimen de valoración que además de vincularse al disfrute y placer se relaciona a intereses de poder. Las relaciones que genera entre clases sociales y cómo llegan a legitimizarse como un objeto de poder.
Esa circulación de la belleza se ha dado en espacios privilegiados y segmentados que son más históricos que coherentes. Sin embargo la expresión como tal se da libremente, desde distintos lugares y significados que adquieren mayor o menor valor según su espectador, y según Romina; la idea que tenemos de nación. Pues desde aquí también se responden a ciertos discursos e intereses que hacen que sea crucial y necesario el constante cuestionamiento ¿Qué es lo que vemos? ¿Por qué lo estamos viendo? ¿Dónde lo estamos viendo? y más importante; preguntarse por aquello que no estamos viendo.
Hay ausencias que son evidentes, tanto en representación como en emoción. Reconociendo lo bello como algo diverso, como algo que atraviesa lo físico y lo estético calando en lo mental y lo emocional. Marou Rivero, socióloga, abre esa puerta que más allá de la imagen y el espejo nos habla del merecimiento. En un mundo en el que la idea del “otro” ha sido superior a la del “yo” ¿Qué tan merecedores nos sentimos de nuestra propia belleza? ¿Qué tanto la celebramos? Haciendo de lo bello un proceso de transformación constante.
Para Marou esa transformación va desde el pensamiento y las ideas que hemos fabricado de lo bello, hasta el llevarlo al disfrute del ser. De apreciarse desde la individualidad, el merecimiento, el placer… Sentirse cómoda es parte de esa belleza que incluye los valores y virtudes personales.
Para Virginia Limongi, ex miss Ecuador 2018, los procesos de transformación no le son ajenos. Ni los físicos, ni los mentales, ni los emocionales. Ha aprendido a vivir con ellos desde muy jóven cuando era “gordita” y cuando su padre la introdujo al mundo de los reinados y modelaje. Desde entonces aprendió que tiene la posibilidad de trabajar con su cuerpo para darle la forma que quiera. Reconociendo, también, que lo que mantiene es lo que ella define como su esencia, que ha sido crucial dentro su experiencia en reinados como un factor que la diferencia y la hace llamativa. Permitiéndose desarrollar una carrera y vida profesional que si bien surge de un mundo de belleza, ella garantiza que es la calidad humana la que logra mantener cualquier propósito profesional o de vida.
Construir, destruir, deconstruir los conceptos de belleza es algo que está dentro las posibilidades de cada persona, según se permita explorar y comprender. Al conversar con Larry Cai FreeSoul, artista y performance drag, se comprende más todavía aquellos espacios de circulación que Romina mencionaba anteriormente. Hay ciertos códigos y simbolismos que cumplen y representan ciertas normas. “No en todos los espacios me siento segura” dice Larry. “Hay lugares en los que siento que se comparte una celebración y hay otros en los que se siente que estoy expuesta”… Y dentro de aquellos lugares seguros también existe una constante exploración y desafío a cómo se supone que se debería retratar o parecer para ser bella. “Para mí es cuestionar todo eso, tomar las cosas que nos dicen que no son bellas y hacerlas parte de una misma”. Romper esquemas es algo que debe hacerse. Ir más allá de los parámetros para construir la belleza no desde lo que nos dicen, sino desde lo que queremos decir.
Vernos y sentirnos bellas desde otros significados, discursos, emociones y espacios es crear otros caminos de apreciación.
Ninari Chimba, activista indígena y master en educación, habla de la belleza como la forma en la que concebimos el mundo. Desde la cultura y cosmovisión indígena; la apreciación y valoración a la naturaleza es la base de la belleza. Haciendo que ésta sea biocultural… Sin embargo, Ninari, no deja de lado la belleza desde el poder. Nos recuerda que no hay poder sin opresión que limita la circulación de ideas y expresión del ser. Invalidando el saber y el conocimiento de otros pueblos que no vengan de esos sitios de poder.
Es crucial generar esos tejidos que nos inviten a nuevos planteamientos. Acercarnos a la belleza propia de nuestra geografía desde el cariño, la curiosidad y el discernimiento.
En un mundo que tiende a que todos sigamos un molde, que nos motiva a llenarnos de filtros; sentimos que desde KIKI lo que podemos hacer es extender una invitación a comprender y disfrutar su complejidad. A reconocer que la belleza, puede tener discursos desde el poder, la estética, la nación, la cultura… pero al final del día; es todo lo que quisiéramos que sea.