Crear con las manos objetos que diseñan un estilo de vida

Llegar a la Casa Taller de Pedro e Isadora de Soroche (link) es un viaje. Para muchos podrá ser por la distancia, incluso, para algunos el tiempo en llegar podrá ser razón suficiente para no ir, mientras que para otros será la excusa perfecta para alejarse, aunque sea un poco, del movimiento vertiginoso de cada día. Pero en realidad, es un viaje para reconocer lo bello que es darse un tiempo. No sé muy bien de qué; pero se trata de sentir; dejar la prisa para apreciar; ya sea un detalle, una textura, una historia… pero apreciar.

Esta Casa Taller, que más que casa o más que taller es un hogar; que sin ser habitado es refugio de muchos. Toda, literalmente toda, fue hecha por Pedro e Isadora y se siente en cada rincón.

Sólo algunos, los que realmente estén dispuestos a darse un tiempo; se darán cuenta que el verdadero viaje inicia al llegar. Yo, tuve la suerte de llegar un día en el que todo se estaba armando. Ese día me recibió Pedro, percibí un poco de vergüenza al sentir que todavía no estaba “listo”; cerámicas en fila para entrar en el horno, sillas tomando sus últimas formas, lijas en el suelo… sin darse cuenta que tan solo estar ahí, en un lugar en el que tantas cosas se construyen con las manos, para mi ya es mágico de por sí.

Es un lugar de constante movimiento. Por ahí pasan estudiantes de cerámica, pasantes de otros países, artesanos con los que comparten espacio. Todos con distintas historias y experiencias, pero con la similitud de luchar contracorriente de un mundo en el que se crea más por comercio que por sentido y conexión.

Cuando se digiere la idea de que ahí solo se encuentran y se hacen cosas a mano, los ojos despiertan y bailan buscando detalles; mientras las manos se inquietan queriendo tocar todo lo que se encuentre en el camino… y eso que sólo hemos llegado al taller…

Hacia la casa sólo queda una puerta y contados pasos de distancia. Todo lo que se vio antes, ocupa forma y lugar. De la nada se siente el aire entrar y llenar el cuerpo; es por que me he dejado sorprender…

Las manos se mueven de nuevo. Buscan tocar un mortero de piedra, una lámpara de cerámica, una tabla de cortar y ese móvil de cobre que flota invisible en el espacio. Todo, maravillada ante la admiración de que haya sido hecho por ellos.  Oriana, su pasante crecida en Suiza y de madre colombiana, me hizo notar que los mosaicos de la cocina son cerámicas hechas a mano por Isadora. ¡Es una locura! Le mencioné, a lo que Isadora sonrió, me habló con mucha naturalidad sobre el proceso de arcilla que trabajó y me continuó contando sobre varios artesanos que están participando en una muestra abierta al público que se realiza este 24 de 12h00 a 18h30 y 25 de 11h30 a 18h00 en Puembo.

Entre ellos se encuentran:

Siesta, creadores de telas para la experiencia de dormir. Trabajan con algodones y estampados utilizando mallas de serigrafía que les permite crear estampados aleatorios. Todo con tintas a base de agua siendo lo más conscientes posible para reducir desperdicios.

Soroche, Conformado por Pedro e Isadora. Este es su proyecto de vida. Desde aquí crean diversos objetos de madera y cerámica inspirados en las vivencia y cotidianas. Especialmente en Los Andes, en nuestro entorno, cuidando ciclos naturales y materiales puros en color, textura y utilidad.

Oriana Diamond, ella es suiza de madre Colombiana. Trabajar con las manos es algo que ha aprendido en Ecuador y a través de la madera y la cerámica ha encontrado la relación entre moldear y encontrar formas escondidas en la naturaleza para crear objetos de rituales cotidianos.

El Molle(link) un proyecto de Sara Holguín que a través de su obra moldea y enreda diversas técnicas que fusionan conocimientos de nuestros antepasados con la idea de comunicar una pasión por el diseño táctil de los textiles.

Claudia Anhalzer, una creadora inquieta; hace que cada pieza de cerámica transmita ese contracorriente de la obsolescencia programada para crear piezas útiles moldeadas con particular placer y detalle.

-Wiwa, un proyecto que recupera el trabajo en metal artesanal. Todos sus cuchillos son hechos únicamente con materiales que se pueden conseguir en Ecuador y trabajados 100% con procesos hechos a mano.

-Ananay, esa palabrita que se exclama al momento de experimentar la belleza. Dos hermanos que crecieron en un lugar donde la creatividad se manifestaba en todos los objetos de uso cotidiano se juntaron para crear un estudio de producción lenta.

-Oia, a través de procesos que rescatan figuras geométricas y materiales puros diseñan piezas, muebles y espacios. En los que buscan dar sentido a los objetos y escenarios de la vida diaria.

2.5D, es un proyecto que engloba comunicación visual, ilustración, tipografía, grafitti, arte digital; y que dentro de todo eso experimenta con materiales, formas, colores que tiene al alcance. Esta vez con elementos de piedra comunes de encontrar en Quito.

-Epicentre, ligados a la permacultura y la conexión que esto implica con la conciencia, la disciplina y la utilidad han creado un módulo compostera para el hogar. Acercándonos a procesos útiles y sencillos de marcar un inicio de cambio de vida.

-Ömere, un proyecto que busca rescatar saberes ancestrales. En este caso textiles de las mujeres Waorani. Cuentan con artesanía hechas a mano con materiales recolectados de la selva como la fibra de chambira, las semillas de guayuro, las lágrimas de San Pedro, el ojo de venado… entre otros.

Además de Kenku, Puruná y Bhumi. Que estarán presentes con diversas alternativas relacionadas a los beneficios de plantas, frutas y vegetales naturales que buscan el equilibrio del cuerpo, mente y alma.

Cada uno de los elementos y participantes que hacen de esta casa un taller y de este taller un hogar recupera el valor de los objetos hechos con tiempo, dedicación y sobre todo sentido. Cosas que parecen sencillas de decir o escribir; pero que si paramos, aunque sea cinco segundos para asimilar, nos damos cuenta que ese es el verdadero viaje. Algo que, al menos a mi, me da la oportunidad de detener el tiempo por un momento para apreciar lo sencillo que resulta creer que ciertas cosas son normales; como desconocer cómo o quién hizo las cosas que usamos o nos rodean; además de reconocer todo lo que somos capaces de crear con nuestras propias manos.

Pedro e Isadora, no solo han construido su hogar con sus manos, también han diseñado y cultivado un estilo de vida propio. Donde construyen y comparten en comunidad con tiempo y calma; sintiendo y viviendo… por que sí es posible.

NOTA AL PIE;

En el día de el evento, por un valor simbólico se podrá adquirir una publicación en la que además de contar sobre cada un de los proyectos participantes, también se habla de distintos rituales y procesos para convivir con los objetos y el espacio como un hogar. Ahí se pueden encontar un prólogo de Jorge Anhalzer  del que tomo uno de sus párrafos para cerrar esta nota, sin olvidar recomendarles que se den un tiempo este 24 y 25 de noviembre para visitar y vivir la experiencia de la Casa Taller…

 

Fotografías de Christian Falconí